quinta-feira, 19 de abril de 2012

PIO XII Y LA FAMILIA CRISTIANA: EL SANTIFICADOR DE LAS BODAS

 
PÍO XII Y LA FAMILIA CRISTIANA
Discursos de Su Santidad Pío XII a los recién casados ente los años 1939 y 1943
EL SANTIFICADOR DE LAS BODAS
3 de Mayo de 1939
Vuestra presencia, directísimos esposos, trae a nuestra memoria y a la vuestra aquel episodio tan delicado y al mismo tiempo tan portentoso que leemos en el Santo Evangelio, de las bodas de Caná de Galilea, y el primer milagro obrado por Jesucristo Nuestro Señor en aquella ocasión.
Jesús, presente en un convite nupcial conjuntamente con su Santísima Madre y sus primeros discípulos: ciertamente que el Divino Maestro no se dignó aceptar sin profundas razones y con tanta benevolencia una invitación semejante.
Allí daría la primera señal de su omnipotencia para confirmar su divina misión y sostener la fe de sus primeros seguidores, y allí comenzaría a manifestarse la eficaz mediación de María ante Dios, en beneficio de los hombres.
Pero Él, el buen Maestro, quiso justamente traer con su presencia una particular bendición a aquellos afortunadísimos esposos, y cómo santificar y consagrar aquella unión nupcial.
De igual modo que al tiempo de la creación había bendecido el Señor a los progenitores del género humano, en aquel día de las bodas de Caná, Cristo, abarcaba con su mirada divina a los hombres de todos los tiempos por venir, y de modo particular a los hijos de su futura Iglesia; y bendecía sus bodas, y acumulaba aquellos tesoros de gracias que con el Sacramento del Matrimonio, instituido por Él, derramaría con divina largueza sobre los esposos cristianos.
Jesucristo ha bendecido y consagrado también vuestras bodas, amados esposos; pero la bendición que habéis recibido ante el santo altar, queréis confirmarla y como ratificarla a los pies de su Vicario en la tierra, y por esa razón habéis venido a él.
Nos os impartimos esa bendición con todo el corazón, y deseamos que quede siempre con vosotros y os acompañe a todas partes en el curso de vuestra vida.
Y quedará con vosotros si hacéis que entre vuestros muros domésticos reine Jesucristo, su doctrina, sus ejemplos, sus preceptos, su espíritu; si María Santísima, a la que invocáis, veneráis y amáis, es la Reina, la Abogada, la Madre de la nueva familia que estáis llamados a fundar, y si bajo la benigna mirada de Jesús y de María vivís como esposos cristianos, dignos de tan gran nombre y de tan alta profesión.

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